viernes, 3 de junio de 2011

Miss Tacuarembó

De la mano de Martín Sastre, llega a nuestras carteleras Miss Tacuarembó, su primer trabajo como cineasta, a través de un film cargado de sorpresas y originalidad, que nos asombra aun más tratándose de su ópera prima.

Natalia y Carlos viven en la pequeña ciudad de Tacuarembó, soñando con un futuro más prometedor que el que su ciudad natal les aguarda, mientras que el resto de los habitantes del lugar les miran como a bichos raros. Ellos sueñan con ser artistas, cantantes, bailarines...precisamente todo aquello que jamás podrán conseguir si permanecen en Tacuarembó.

El meditado y ansiado plan de Natalia consiste en cumplir por fin los 18 años para poder presentarse al concurso de Miss Tacuarembó, el cual, si ganara, le permitiría irse con su querido amigo Carlos muy lejos de allí, y por fin triunfar.

Pero el futuro que la película nos muestra, no es el que ellos imaginaban. A los treinta, ambos trabajan en Cristo Park, un parque temático religioso, donde sus espectativas y sueños se van apagando poco a poco. Pero todo cambia cuando la madre de Natalia, la cual había perdido la relación con su hija, se pone en contacto con un popular programa de televisión, presentado por la inigualable Rosi de Palma...

La cinta transmite, ante todo, un positivismo y un vitalismo, normalmente inusual en las películas que tratan el tema de los sueños y fantasías humanas y de cómo todo es posible si uno se lo propone, ya que suelen caer en la “ñoñería” y la irrealidad un tanto absurda. Pero Miss Tacuarembó no, o mejor dicho, se aprovecha de esa “cursilería” habitual para transformarla en algo verdaderamente mágico, que despierta la simpatía y la sensibilidad de aquel que la contempla. Llena de momentos musicales, que se convierten en verdaderos videoclips, donde la estética pop y kitsch, e incluso hortera (y de ningún modo lo digo de manera peyorativa), se conjugan en una historia llena de humor que nos describe la vida tal y como es, ¡sin sentido! Destacar la presencia de la religión en el film, y sobre todo la figura de Cristo, que ayuda a enriquecer el argumento, en un claro paralelismo entre la fe cristiana y las esperanzas e ilusiones de dos niños que sueñan con alcanzar el éxito.


Black Swan

Impresionante. Cuando una creación artística alcanza el grado de obra maestra, encuentro limitadas las palabras para poder describir con claridad cuan magnífica ha resultado, en este caso, la sublime Black Swan (Cisne Negro), dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por la exquisita Natalie Portman, premiada con el Oscar a mejor actriz por su imponente interpretación en esta cinta.

Black Swan nos adentra en la historia personal de Nina, una sacrificada y un tanto frustrada bailarina, que espera con ansias, casi enfermizas, su culminación artística definitiva. Y es que su larga espera da sus frutos cuando el director de la compañía de ballet a la que pertenece, encarnado por Vincent Cassel, le asigna el papel protagonista en el Lago de los Cisnes, donde deberá desempeñar dos papeles diametralmente opuestos, el de cisne blanco y el de cisne negro. Nina posee la pureza, inocencia y elegancia del cisne blanco, sin embargo, no consigue conectar con la exuberancia y la pasión impetuosa que implica el cisne negro, actitudes que si parece demostrar una extrovertida y atractiva bailarina, interpretada por Mila Kunis, recién llegada a la compañía.

Como es lógico, los celos de Nina se desatan, llegando a convertirse en una enfermiza obsesión paranoide que le hace perder el contacto con la realidad. Su madre, bailarina fracasada, en su afán sobre protector, intenta mantener a su dulce hija en la burbuja de inocencia irreal en la que ella misma la había encerrado desde niña, mientras que su profesor y director del ballet, se afana en pervertir al delicado cisne blanco, para que Nina alcance la sexualidad del cisne negro.

Black Swan nos adentra en el peligroso y más que complicado y caótico mundo de la expresión artística, del talento, del ego, más aún, de la búsqueda de la absoluta perfección, extensible no sólo a los circuitos artísticos, si no a la idiosincrasia humana en general, en la que nuestras vanidosas y obsesivas ansias de triunfo personal nos llevan, en la peor de las ocasiones, a caer en un terrorífico círculo de autodestrucción.

Por otro lado, Aronofsky demuestra por todo lo alto su magnífica capacidad para recrear las pesadillas y locuras de la psique humana a través del thriller psicológico, llegando a alcanzar momentos de verdadero terror al más puro estilo clásico.

Toda esta densidad argumental, se nos presenta visualmente mediante una excelente fotografía, aderezada con una iluminación un tanto tenebrista y un cromatismo que oscila entre los blancos y negros, en sintonía con las dos caras de la protagonista y, por último, unos efectos visuales y de sonido de gran realismo, que hacen de este film, como comencé diciendo, una verdadera obra maestra.