sábado, 26 de marzo de 2011

Cine para todos...y todos para el Cine

Ha medida que ha ido evolucionando el arte en general, (y en el caso del cine, con mayor rapidez aún, ya que en menos de un siglo ha conseguido encumbrarse como uno de los hábitos sociales más demandados y de mayor calado entre la población mundial) hemos asistido a una democratización de la cultura. Este concepto que, a priori, entendemos como positivo, ha causado una gran controversia entre los teóricos y pensadores de los círculos artísticos ya que sus detractores, al hablar de democratización, se refieren, en realidad, a la vulgarización del arte y al proceso de mediocridad que, según ellos, está latente en la cultura. Es el “todo vale”, que tanto asusta a aquellos que intentan definir qué es el arte.

Pero dejando atrás esta disputa y, opiniones a parte, si he hecho alusión a ella es porque creo que puede estar relacionado con la problemática del público cinematográfico. Un público que las élites cinéfilas desprecian, aquel denominado despectivamente “palomitero”, sin criterio, sin gusto, sin cultura cinematográfica, fruto de esa democratización cultural, pero que, nos guste o no, es el mayoritario. El Cine se ha expandido, ha conseguido llegar a todos los rincones del planeta, se ha democratizado, y si esto ha sido posible, es gracias a la masa ingente de público que lo demanda, un público al que, por otro lado, culpamos de la falta de calidad cinematográfica en las producciones contemporáneas. Es la pescadilla que se muerde la cola.

La solución, pues, no está en lamentarse, ofenderse o criticar, o lo que es peor, convertirnos en herméticos snobs elitistas; si no en la educación, en la conciencia social del cine como una manifestación artística más y no sólo como un mero entretenimiento para las masas...¡llevemos el cine a las escuelas, institutos y universidades...saquémoslo a la calle! Ya lo decía Bazin, si consiguiéramos formar un espectador culto, ambicioso y bien preparado, sería el propio público el que demandaría filmes de mayor calidad y de mayor sensibilidad artística...devolviendo el cinematógrafo al lugar que le corresponde, como Séptimo Arte.

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