jueves, 30 de diciembre de 2010

Balada triste de trompeta


El cine español está en racha, es un hecho. No podríamos acabar el año de mejor manera que con el estreno de la última genialidad del bilbaíno Álex de la Iglesia, Balada triste de trompeta, surgida en un momento de "divina inspiración" mientras el director escuchaba la canción homónima de Raphael, y ganadora del León de Plata a la mejor dirección y al mejor guión en la pasada Mostra de Venecia.

Se trata, a mi juicio, de su propuesta más arriesgada, tanto a nivel narrativo como visual, ya que, a pesar de contar con momentos claramente inspirados y reelaborados de sus películas anteriores, en Balada triste de trompeta nos encontramos con su verdadero estilo personal definitivamente consagrado. Hilarante, esperpéntica, hiperbólica...tres adjetivos aplicables a todos los aspectos que componen este inclasificable producto cinematográfico; interpretaciones deliberadamente sobre actuadas, temas políticamente incorrectos que se nos muestran sin tapujos y sin rancios maniqueísmos o ridículas censuras, una estética basada en lo grotesco, en la exageración, en los contrastes y en la violencia visual de clara inspiración "tarantiniana".


Por otra lado, encontramos en la película rasgos habituales de la filmografía de Álex de la Iglesia, como son unos escenarios generalmente reales e icónicos de la sociedad y la Historia de España, secuencias que rozan el absurdo, que consiguen revolver las entrañas del espectador e incomodarle tanto visual como emocionalmente, unos personajes con los que resulta difícil empatizar debido a su dudosa moralidad, ya que nadie es bueno o malo, ni nada en blanco o negro, sino que normalmente el mundo se rige por una constante escala de grises...

Digna de mención resulta la impecable dirección artística del film, ambientado al inicio en 1937, pero que transcurre en su mayor parte en 1973, la originalidad del guión y el estupendo trabajo de fotografía e iluminación, de gran dramatismo y expresividad visual. Oda especial, al menos a título personal, a los créditos iniciales de la película, convirtiéndose en uno de los momentos más brillantes y emocionantes de la totalidad del film, los cuales, a ritmo de una especie de saeta, nos muestran sucesos, escenarios, obras artísticas y personajes de la Historia de España.

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