viernes, 24 de diciembre de 2010

También la lluvia

También la lluvia, el nuevo trabajo de Icíar Bollaín, ha sido la película elegida por la Academia de Cine para representar a España en la próxima edición de los Oscars. No podría estar más de acuerdo. Me atrevería a decir que nos encontramos ante uno de los mejores proyectos cinematográficos del 2010, más aún, si nos circunscribimos a la producción nacional.

De manera magistral, Bollaín consigue convertir en imágenes un guión igualmente brillante y de profunda elaboración, a cargo de Paul Laverty, más conocido por sus trabajos como guionista en diversos filmes del director británico Ken Loach.

En cuanto al reparto, no puedo más que seguir elogiando el trabajo del ya consagrado Luis Tosar, de su colega Gael García Bernal y, de manera particular (porque creo que lo merece con creces), la espontánea, fresca y plenamente convincente interpretación de Juan Carlos Aduviri, natural de Bolivia y actor primerizo, que nada tiene que envidiar a sus compañeros de rodaje.

También la lluvia, narra la historia de la conocida como Guerra del Agua y las consiguientes revueltas populares, acontecida en 2000 en la ciudad boliviana de Cochabamba, debido a la privatización del abastecimiento de agua. Lo curioso del film, que simplemente con la exposición de este acontecimiento real ya hubiera resultado interesante, es que, contra todo pronóstico por parte del espectador, nos sumerge en otras dos realidades paralelas, mediante un magnífico trabajo de montaje, tan dinámico y fluido, que consigue mantener en vilo al público, introduciéndolo de lleno en un universo fílmico, donde todo puede ocurrir y simultanearse, sólo posible gracias a la magia del cinematógrafo.

Esas dos realidades paralelas a la del acontecimiento histórico (la Guerra del Agua), serían el rodaje de una película en la misma ciudad de Cochabamba a la par que se suceden las revueltas populares (cuyo director está representado en la figura de Gael García Bernal), lo cual permite a Bollaín explorar el lenguaje fílmico y los diversos oficios de la industria del cine de manera interna, en un ejercicio meta cinematográfico, es decir, sobre el cine dentro del cine, que resulta sorprendente y de lo más interesante, y que nos recuerda a otras películas englobadas dentro de este subgénero, como podrían ser Cautivos del mal (Vincente Minnelli, 1952), Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen, Gene Kelly , 1952), La noche Americana (François Truffaut, 1973), e incluso me atrevería a incluir Tesis (1996), ópera prima de Alejandro Amenábar acerca de las snuff movies.

La tercera de las realidades, constituiría el mismo rodaje de la película, o mejor dicho, la historia que narra, que versa, nada más y nada menos, sobre la llegada de Cristóbal Colón y la consiguiente usurpación del territorio americano, en un claro y ácido paralelismo respecto a la Guerra del Agua, al imperialismo y al sometimiento del pueblo por parte de las autoridades, el cual aterrorizado por la privatización de un agua que, económicamente no pueden permitirse, temen que les quiten también la lluvia.



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